En muchos hogares de Perú y Latinoamérica, hablar de dinero sigue siendo un tema incómodo. La cultura en nuestras sociedades ha hecho que, por generaciones, las finanzas se manejen en silencio, sin transparencia y sin acuerdos claros. Con estereotipos que han dificultado autonomía responsable o planificación financiera adecuada. Lo que aprendemos en casa —cómo nuestros padres administran o preparan sus presupuestos, si conversan o no sobre gastos, si hay confianza o secretos— marca profundamente nuestra relación con el dinero. Por eso no es raro que las parejas eviten hablar de finanzas, y que esa falta de diálogo termine debilitando la confianza y complicando la construcción de metas compartidas.
Un poco de mi historia
Yo salí de mi casa siendo muy joven. En esa época una chica salía de su casa solo si se casaba o se I a a estudiar fuera del país. Yo no hice ni lo uno ni lo otro, pero si pensaba en estudiar fuera. Así que decidí dejar la casa de mis padres para buscar independencia y autonomía en varios aspectos de mi vida, pero principalmente en el manejo de mis finanzas. Aprendí a llevar un presupuesto sencillo de ingresos y egresos, y mi objetivo principal era ahorrar. Mis planes eran estudiar una maestría en Estados Unidos y esta I dependencia me permitió prepararme para ello.
Cuando me mudé a Washington D.C. y conocí al que hoy es mi esposo, empezamos a vivir juntos… pero nunca tuvimos una conversación clara sobre los gastos. A mí me incomodaba hablar de dinero, me ponía tensa, y prefería evitarlo. Todas mis planificaciones y presupuestos habían sido de “uno” sin necesidad de consultar sobre mis gastos o ingresos con nadie.
Al decidir casarnos, el párroco que nos acompañó en la preparación nos dio un consejo que cambió todo: hablar de nuestras finanzas individuales y de la nueva familia que íbamos a formar. En las múltiples preparaciones de parejas para el matrimonio, él había observado cómo el dinero podía convertirse en una fuente de tensión, especialmente en parejas de distinta nacionalidad.
Mi esposo, que es americano, tenía una forma mucho más pragmática y sin drama de manejar las finanzas. Yo, en cambio, cargaba con la incomodidad y las emociones que muchas veces rodean el tema en nuestra cultura. Aprendí a conversar con él sobre dinero, a perder el miedo, y juntos diseñamos un modelo híbrido: mantenemos cuentas individuales, pero también una cuenta mancomunada para los gastos de la casa. De esa cuenta salen los pagos de educación, salud, vivienda, servicios y ahorro. Y nuestras cuentas personales nos permiten cubrir gastos propios sin afectar el presupuesto familiar, como el dinero que yo envío a Perú o los pequeños gustos que me doy. Desde que nos casamos hasta el día de hoy, casi 20 años después, ese modelo aún funciona. Y hablamos de finanzas con nuestro hijo, quien tiene una cuenta corriente y tarjeta de débito, a la que accede directamente desde su teléfono, lo que le permite monitorear sus gatos (y llamar a mamá cuando necesita más dinero!)
Más allá de las parejas románticas
Esta experiencia no solo aplica a esposos o novios. También es válida para otras formas de convivencia: hermanos que comparten un hogar, parientes que viven juntos, o incluso amigas que deciden organizarse bajo el mismo techo. En todos estos casos, hablar de dinero y establecer acuerdos claros es fundamental para mantener la armonía, la transparencia y la confianza, porque al final se trata de compartir objetivos comunes y construir un proyecto de vida en equipo.
Recomendaciones para manejar las finanzas en pareja
De esta y otras experiencias es que hablamos compartimos en nuestro curso de Finanxas Personales con propósito hace unas semanas. Sabemos que hablar de estos temas puede ser incómodo y generar tensión al inicio, pero si se aborda con empatía y con el objetivo de mejorar y ordenar el manejo común del dinero, los resultados pueden ser muy gratificantes. Aquí te dejo algunas recomendaciones prácticas para que las revises y converses con tu pareja romántica, familiar, o amical:
• Habla del dinero desde el inicio: no esperes a que surjan problemas. Conversar temprano evita tensiones más adelante.
- Establece un presupuesto compartido: para tener claro los gastos comunes y cuánto se necesita para cubrirlos adecuadamente. También define roles y responsabilidades: quién y cuándo se pagan los gastos.
• Define un modelo financiero que funcione para ambos: puede ser cuentas separadas, una conjunta, o un híbrido. Lo importante es que haya claridad.
• Sé transparente con tus metas: comparte tus objetivos individuales y los que tienen como pareja. Así se construye confianza y se manejan las finanzas para lograr los objetivos en común.
• Respeta los gastos personales: cada uno necesita autonomía para sus propios proyectos o gustos, sin afectar el presupuesto común.
• Revisa y ajusta periódicamente: las finanzas cambian con el tiempo. Revisar juntos el presupuesto fortalece la comunicación y la confianza.
Mucha suerte!
