¿Sabes cuál es la diferencia entre saber escuchar y oír? Si recurrimos a la definición de ambas palabras verás que escuchar significa “prestar atención a lo que se oye”, mientras que oír es “percibir los sonidos con el oído”. Entonces, cuando estamos conversando con otras personas o colegas, ¿queremos que nos escuchen o que nos oigan? La respuesta parece ser clara, queremos ser escuchadas. Pero para conseguirlo tenemos que aprender primero a escuchar.
Saber escuchar no es una habilidad sencilla. Oír, sí lo es, porque es un sentido que todos tenemos y no necesitamos realizar ningún esfuerzo consciente de nuestra parte. Mientras que saber escuchar requiere un proceso activo, implica que recibamos la información y la procesemos para que la comprendamos y luego podamos actuar. Los líderes modernos y efectivos, aquellos que generan impacto en las personas y organizaciones, han desarrollado la escucha activa.
Escuchar activamente es una de las habilidades más importantes en los procesos de comunicación, ya que contribuye a establecer relaciones de confianza, de honestidad y sobre todo es considerada la base de la empatía.
Aquí te dejo cinco recomendaciones para que empieces a desarrollar tus habilidades de escucha activa:
- Estar presente. Si alguien pide conversar contigo es importante que puedas dedicarle los minutos que necesita. Minimiza las distracciones. Si no puedes interrumpir lo que estás haciendo, es mejor que le pidas a esa persona que regrese en unos minutos o que tú la vas a ir a buscar. Debemos evitar hacer otras cosas al mismo tiempo que escuchamos porque es una señal inequívoca de que eso que nos cuentan no nos interesa. Y cuando tú acudas a hablar con alguien, busca ese mismo escenario: la persona con la que hablas debe estar sin distracciones, presente en ese espacio tanto física como mentalmente. A veces es útil tener un cuaderno para anotar preguntas que tengas o mensajes claves que recibas.
- Hacer preguntas. Saber escuchar es entender a la otra persona, y no asumir situaciones o posiciones que pueden bloquear tu capacidad de entendimiento. Por eso es muy importante hacer preguntas genuinas, que te permitan entender las razones y el contexto en el que tu interlocutor te está hablando. Muchas veces en mis conversaciones con colegas suelo hacer varias preguntas que me ayudan a entender mejor las causas de algún conflicto o problema, o también a poder contextualizar mi consejo o sugerencia cuando me la piden. En otras ocasiones, cuando alguien solo necesita ser escuchado y busca una persona en quien confiar, suelo preguntar hacia el final si hay algo en lo que yo pueda ayudar, o simplemente si es que hablar conmigo les ayudó en algo.
- Evitar interrumpir. A veces asumimos que cuando alguien quiere hablar con nosotros es porque hay algún problema –y por tanto asumimos una postura a la defensiva—o porque quieren pedirnos consejo –y entonces asumimos la actitud de que lo sabemos todo—. Cuando tengas claridad acerca de la naturaleza de la conversación, tienes que ajustar tu postura para que puedas escuchar. Evita interrumpir a tu interlocutor, sobre todo cuando sientas la urgencia de reaccionar inmediatamente para aclarar algún comentario. Toma pausas y espera el momento adecuado para intervenir. Esto no es fácil, requiere práctica y mucha conciencia de nuestras acciones, además de un adecuado manejo de nuestra inteligencia emocional. En vez de reaccionar impulsivamente, ten a la mano lápiz y papel y anota lo que escuchas y lo que quieres decir para que pongas en orden tus ideas. Tómate tu tiempo y respira. La respiración ayuda mucho en conversaciones difíciles.
- Buscar retroalimentación. Repetir algunas frases que te dice la persona con la que interactúas ayuda a encaminar el diálogo y a validar que efectivamente estás entendiendo la naturaleza y objetivo de la conversación. “Sí, entendí adecuadamente…” o “lo que me parece haber escuchado es…” son algunas frases de retroalimentación que yo uso en mis conversaciones. Otras veces se puede reformular lo que escuchas, usando tus propias palabras, para saber si se he interpretado el mensaje o las emociones correctamente. Hacia el final es importante agradecer a tu interlocutor por su tiempo dedicado a la conversación, independientemente de quien la haya iniciado o solicitado.
- Prestar atención al lenguaje corporal. Tienes que estar atento a los gestos, la postura del cuerpo, así podrás entender si la persona frente a ti esta cómoda o no, si se siente vulnerable o a la defensiva. Pero igualmente importante es ser consciente de nuestro propio lenguaje. Mantén el contacto visual, inclínate un poco hacia esta persona para que des una señal de que en ese momento lo que ella está diciendo es lo más importante. Evita cruzar los brazos y más bien mantenlos en una postura relajada.
No quiero terminar este artículo sin enfatizar lo importante que es escuchar activamente. Lamentablemente, se nos enseña mucho a hablar en público y manejar los mensajes de impacto para nuestros interlocutores, pero muy poco sobre escuchar activa e intencionalmente. Desde ahora espero que prestes más atención a esta importante habilidad. ¡Te ayudará a llegar más lejos!
